Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato, y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.
Y bendijo al día séptimo y lo santificó, porque en él descanso Dios de cuánto había creado y hecho. «La Obra de Dios es, el plan del autor sagrado, el ejemplar de la semana mosaica y del precepto sabático. (Ex 20, 11.)
Este es el origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados. Al tiempo de hacer Yahvé Dios la tierra y los cielos, «Y no hay duda que se refieren a la obra de los seis días, por más que no aparezca clara la razón de hallarse al fin de la sección, cuando en otros lugares se halla al principio. (Cf. 5.1; 10, etc.) La obra de Dios abarca ocho partes, divididas en dos grupos: las tres primeras de distinción, en que el autor procede de lo más general, la luz a lo más particular, la tierra y las aguas. El segundo grupo es de ornato, que empieza por las obras más imperfectas, las plantas, hasta la más perfecta, el hombre. La sección siguiente nos ofrece un relato más detallado de la creación del hombre en un cuadro distinto del anterior.
En este relato ha de distinguirse entre el fondo y la forma literaria. El fondo contiene las principales verdades de la religión; la creación del universo, en el tiempo por la omnipotencia y la sabiduría de Dios; la formación de los astros para servicio del hombre, no para ser por él adorados; el origen divino de toda fecundidad, también por error divinizada en las religiones paganas; la formación del hombre a imagen y semejanza de Dios. La forma literaria es una especie de parábola, en que la obra de Dios, a tenor del precepto sabático, se presenta cual modelo de la obra del hombre. La obra de Dios está descrita no según la naturaleza de las cosas, sino según estás aparecen a los sentidos y conforme al lenguaje de la época (Introducción general, nn. 13 y 15)» no había aún arbusto alguno en el campo, ni terminaba la tierra hierbas, por no haber todavía llovido Yahvé Dios sobre la tierra, ni haber hombre que la labrarse.
Ni rueda que subiese el agua conque regarla. "Tanto en Egipto como en Caldea la lluvia es escasa y la fecundidad del suelo procede de la inundación del Nilo y del Éufrates, completada luego con el riego mediante el cigüeñal o la noria, que han tenido orígenes desde muy antiguo. La palabra que generalmente se traduce por niebla, vapor o nube, puede significar también rueda o noria, impidiendo así la confusión que una niebla, vapor o nube, que regase la tierra, introduciría en el texto ".
Formó Yahve Dios al hombre del polvo de la tierra, y le inspiro en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado. Dios forma al hombre del polvo de la tierra, y le infunde su aliento de vida. Imagen distinta de la empleada en 1,26 s., pero igualmente expresiva del origen divino del alma humana. En el relato Caldeo de la creación, Marduc amasa con su sangre el barro de que forma al hombre. El autor sagrado parte de la concepción espiritualista del Creador y del alma humana, creada a su imagen y semejanza.
Plantó luego Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara. En medio del desierto, que era entonces la tierra, creó Dios un oasis para el hombre. Edén es palabra de significación obscura. En sumeriano significa llanura, estepa, desierto. El oriente es indicación general del sitio hacia donde se hallaba el paraíso y donde se desarrolla la primitiva historia de la humanidad.
Hizo Yahvé Dios brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar y el árbol de la vida, y en el medio del jardín el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida es así llamado porque daba la inmortalidad, como lo declaran Ez 17, 12; Prov 3, 18; Ap 2, 7; 22,2,14. El árbol de la ciencia daba la ciencia práctica de la vida de la felicidad. Se denomina así por la historia subsiguiente. Los documentos Asirios mencionan el árbol de la verdad y el árbol de la vida que están plantados a la entrada del cielo. La redacción del texto es un tanto incorrecta y da lugar a la cavilaciones de los críticos. Estas desaparecerían suprimiendo la frase *en medio del jardín*, que provendría de 3,3.
Salía de Edén un río que regaba el jardín y de allí se partía en cuatro brazos. El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea la tierra de Evila , donde abunda el oro, un oro muy fino y á más también bedelio y ágata; y el segundo se llama Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus; el tercero se llama Tigris (Jidequel) y corre al oriente de Asiria; el cuarto es el Éufrates (Perat). Los dos primeros no se sabe cuáles son; el tercero es el Tigris; el cuarto es el Éufrates. Tomó pues, Yahvé Dios al hombre, y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y guardase, y le dio este mandato: «De todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres ciertamente morirás».
Y se dijo Yahvé Dios: "« No es bueno que el hombre este solo, voy hacerle una ayuda semejante a él». «El hombre es por naturaleza sociable. Aquí, como en el capítulo 1, el hombre es rey de la creación».
Y Yahvé Dios trajo ante el hombre todos cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese como los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Solo habla de los animales que viven en la tierra y en mayor contacto con el hombre, De los demás no se hace mención alguna. La imposición de los nombres arguye en Adán ciencia y dominio sobre los animales, como en 1,28.
Y dio el hombre nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; pero entre todos ellos no había ayuda para el hombre ayuda semejante a él. Examinados los animales, los halló de naturaleza distinta de la suya: en medio de ellos se encontraba solo».
Hizo, pues, Yahvé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, «No es sueño profético, sino un letargo, que hace las veces de anestésico, para la operación que Dios quiere practicar en él.» y de la costilla que del hombre tomara, formó Yahve Dios a la mujer, y se la presento al hombre. «San Crisóstomo dice que el autor sagrado habla aquí acomodándose a la rudeza humana (Hom 15, 2). San Pablo dice simplemente que no fue formado el varón de la mujer, sino la mujer del varón (1 Cor 11,8). El varón es amasado del polvo. La mujer formada del varón. La Comisión Biblica retiene como histórica la formación de la primera mujer «del primer hombre». Nada más.
El hombre exclamó:
«Esto si que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta se llamará Varona, porque del varón ha sido tomada. Las palabras demuestran el ansia con que él hombre busca compañía. La vista de los animales, lejos de saciarla, la había más bien acrecentado. Será llamada "Varona". Todas las versiones se esfuerzan por conservar la paranomasia, que tan natural resulta en el hebreo. Varona traducen el P. Sigüenza y otros clásicos castellanos.
Por eso dejará el hombre s su padre y a su madre; y se adherirá a su mujer: Y vendrán a ser los dos una sola carne. Son palabras del autor sagrado que expresa la institución divina del matrimonio y su indisolubilidad, según nos lo declaró el divino Maestro en Mt 19,4 s. Típicamente significan la unión más íntima de Cristo con la iglesia (Ef 5,31). Esta unidad de los casados que comienza en el amor conyugal, alcanza en los frutos del matrimonio su expresión más alta.
Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, sin avergonzarse de ello. «La desnudez expresa la inocencia en que la primera pareja humana fue creada por Dios, a semejanza de los niños, que no sienten la pasión ni la vergüenza».
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