En el principio creó Dios los cielos y la tierra. [ Expresa en resumen la obra creadora de Dios, que luego se declara en el resto de la sección - Es el dogma fundamental de la religión, opuesto a los falsos sistemas filosóficos y a todas las falsas religiones (Cf. 2 Mac 7,28; Act 17,24.) ]
La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. -[ Comienza la exposición representándonos la tierra como un caos sin orden, sin distinción, sin pobladores, sin luz; pero el espíritu de Dios incubaba sobre aquel caos, como la gallina sobre los huevos, para sacar el orden y la hermosura del universo (San Jerónimo). Una cuestión se nos propone aquí; si el autor sagrado da por creadas de Dios las aguas o por preexistentes a la formación del mundo. Casi podemos asegurar que él no se propuso este problema, planteado luego por la filosofía griega. El autor afirma que Dios creó al mundo y cuánto en el existe. Con frecuencia la escritura exalta el poder y la sabiduría de Dios en esta obra creadora que es exclusivamente suya, y en la que los dioses de las naciones no tuvieron parte alguna. Finalmente 2 Mac nos asegura que Dios creó todas las cosas de la nada, y San Juan, que Dios lo hizo todo por su Verbo. En suma, que de Dios tiene su origen cuanto existe fuera de Dios. ]
Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; [ No la luz, que proviene del sol, creado el día cuarto, sino la del crepúsculo, que los antiguos se imaginaban independiente de sol y difundida por el orbe, contra poniéndola a las tinieblas como causa de la distinción del día y de la noche (Job 37,18; Santo Tomás, Suma Teológica, 1q.70 a.2 ad 3.) ] y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero. Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.» [ Los antiguos concebían el firmamento como algo solido de bronce fundido. (Job 37,18.) Por esto puede separar las aguas cósmicas y sostener las que están sobre los cielos. (Sal 148,4.) ].
E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo. Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo.
Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue. [ Las aguas que habían quedado debajo de los cielo se han de juntar para que aparezca la seca, la tierra, en que vivan los animales terrestres y el hombre. ]
Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mares»; y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» Y así fue. { El reino vegetal brota de la tierra, de la cual vive. Lo divide en tres clases: la hierba verde, que brota por si y sirve de pasto a los ganados; las plantas gramíneas, que el hombre cultiva y de que principalmente se alimenta, y los árboles frutales. La división está hecha desde un punto de vista de utilidad inmediata para el hombre. La fecundidad de la tierra, personificada en Astarté y objeto de culto idolatrico en Canan, es atribuida por el autor sagrado a Dios mismo, para combatir aquel error. (Cf.Lev 26.) ]
La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien. Y atardeció y amaneció: día tercero.
Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años; [ Según las apariencias, los astros están fijos en el firmamento. Los oficios de los astros están indicados en orden al hombre, y muestran que para su provecho fueron creados por Dios. Así queda excluida la divinidad en los mismos u la razón del culto que se les tributa por los Caldeos. (Cf. Dt 4,29.) ] y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue.
Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas; y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuarto.
Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra contra el firmamento celeste.» [ Los animales del agua y los del aire tienen entre si estrecho parentesco por lo semejante manera de moverse (Suma Teol., 1 q 71 a.1 ad 2). Y porque muchas aves viven también en el agua. Divide los animales de este día en tres. Grupos: los monstruos de agua: cetáceos, cocodrilos, etc.; los demás animales de agua: peces y reptiles, y, finalmente los animales alados.].
Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien; y bendíjolos Dios diciendo: «sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas en los mares, y las aves crezcan en la tierra.» [ Además de crear a los animales, Dios les confiere fecundidad. Con esta observación elimina el autor sagrado uno de los objetos de culto idolátrico más común entre los pueblos que rodean a Israel. (Cf. Dt 28, 4.11.) ]
Y atardeció y amaneció: día quinto.
Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue. [ Los animales terrestres nacen en la tierra en que viven. La distribución es también en tres grupos: los ganados, que el hombre utiliza; las fieras, con que tiene que luchar; y los reptiles, que se arrastran por la tierra.].
Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien.
Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. [ La solemnidad de la fórmula indica claramente que de trata de la obra más importante. Dios tra en consejo consigo mismo, e invoca la plenitud de su ser, del cual es revelación la Trinidad. A nuestra imagen: Imagen es la figura o representación de alguna cosa; semejanza es la proporción entre la imagen y el prototipo; ambos unidos significa imagen perfecta, fiel representación del original. Los Padres Antioqueños ven está semejanza en el señorío que, como a vicario representante de Dios, se confiere al hombre sobre todos los seres inferiores. El contexto confirma está interpretación, y así mismo los salmos 8,5 ss. ; 10,2, y Eclo 17,1 s. Claro es que para ejercer este señorío dotó Dios al hombre de una naturaleza racional, en que está la semejanza formal con Dios y la raíz de la realeza sobre las criaturas.]
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue
Próximamente Capitulo 2, El Paraíso.
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